sábado, 27 de marzo de 2021

 

HUBO MÁS DE UNA AUSCHWITZ LOS OTROS CAMPOS DE EXTERMINIO BAJO BANDERA YANKI: DACAHU HIELBRONN, DARMSTADT, TREBLINKA OHRDRUF, ZIEGELHEIM

 

Estoy hecho polvo; la lectura de Virgil Georgiu, sinónimo de Vintila Horia “Hora 25” dejóme sin aliento. Se me apareció esta noche en sueños aquel pope rumano el P. Constantino Coruga al que cortaron las piernas los soviets, y curado por un batallón de la Werhmacht en retirada, a posteriori  acusado de colaboración con los nazis. Así que fue internado por los americanos en el campo de Ohrdruf donde murió entre inmensos dolores entre liendre, suciedad y malos tratos del penal el pobre sacerdote.

El Padre Konstantin Coruga se me representó como si fuera una ícono imagen del Redentor y me insuflaba palabras al oído de este mal cristiano: “Nuestra sangre derramada derrotará al mal y al diablo”.

Escribo esto un Sábado de Pasión vísperas de Viernes Santo cuando la guadaña del virus enigmático sigue segando cabezas en todo el mundo.

La historia está mal escrita.

Todas las miradas se concentran en ese Auschwitz de los nazis y ocultan el nombre de otros campos bajo bandera yanqui. Los guardianes allí eran polacos y   disparaban a todo aquel recluso que osara acercarse a las alambradas como le ocurrió a Trajano Koruga hijo del pope “fusilado” por los soviéticos y su madre violada por esa infame soldadesca; cuando entraron en Berlín no habían visto en su vida un grifo se lo guardaban en los bolsillos junto a los relojes en la muñeca de los soldados alemanes caídos y de las mujeres ultrajadas.

En la posguerra fruto de estas relaciones como coronación del desquite y el derecho al despojo nacerían no pocos niños. Gunter Grass el escritor germano lo parió una alemana de Gdansk forzada por un comisario judío ruso. Su padre alemán soldado de infantería había muerto en el frente del Este.

 La prosa de este gran escritor rumano se sitúa a la altura de la tragedia griega. Crea personajes homéricos como Moritz, Nora Steiner, Aristitza la pueblerina que gritando como una Euménide sabe defender a los suyos, o el maligno gendarme que intenta sin conseguirlo seducir a Suzanna la esposa del protagonista, o Hilda que se inmola ante un retrato del Fuhrer antes de caer en manos de los rusos.

Traian Koruga es el deuteragonista en paralelo con Yan Moritz el protagonista. A Rumania la clavaron  los comunistas en una cruz. Luego los dacios volverían a ser crucificados por los judíos y por los americanos. El mensaje de esta narración: también puede crucificarse la historia mediante la manipulación de los hechos. Vintila Horia contempla  el ocaso de una cultura occidental que se irá al pudridero precisamente por los valores que la conformaron a lo largo de una larga lucha por la libertad durante siglos, la renuncia al cristianismo y la adoración de la tecnología. Es la rebelión de las masas. La persona humana se convierte en ciudadanía y el pueblo soberano en masa votante al pairo de los dictámenes de consignas de los partidos políticos. Carne de horca, carne de prostíbulo, carne de urna. Inconscientes de lo que está pasando (pican en el anzuelo de los medios procuradores de la ignorancia, la estupidez y el tontismo) sólo les preocupa el divorcio de Antonio David y de Rocíito. Se acerca un tiempo de sombras, la hora occidua, Abendland, cae la tarde sobre el Oeste, pero alzad la mirada a los cielos desde donde os sonríe beatífico el P. Konstantin. Dios es amor. Confiad en Xto. Él venció al odio con el perdón nunca la revancha. Los globales desdeñan al ser humano. Para ellos hemos dejado de ser personas. No somos sino ciudadanos una especie de cruce de simio y machorra que compra, consume, defeca, copula, se sienta las horas muertas ante la televisión o por el contrario cporre el maratón hasta morir de un infarto, acude al estadio los sábados para seguir a su equipo, y eso si vota en comicios. Le ocurre lo que a la mula de Wamba que no come ni bebe ni caga ni mea ni folla pero siempre anda. Pues vamos listos…

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