EL PAYASO ROJO YEGVENI CHIRICOV
1864-1932
Iba yo y venía cada sábado al
tenderete de Riudavets en la Cuesta Moyano, allí cargaba mi escarcela de libros
y de sueños descatalogados. Esta semana volvía a leer el Payaso Rojo de Eugenio
Chirikov y me di de manos a boca con una novela profética, trata de los padecimientos
del pueblo ruso, de su fortaleza, de su acendrada fe en cristo. Escenas descritas
con un fulgor iluminado, fue una bajada a los infiernos. En una de las ergástulas
de la checa aguardan a ser fusilados las pobres gentes. Rojos y Blancos ¿quién
trajo tanto odio? El capitán Alejandro nicolaevich Musayev héroe de la guerra ruso
japonesa y condecorado en el frente alemán es un héroe. Había salido graduado
de teniente de la academia militar de Frunze. Era hijo bastardo de un alto personaje
en la corte del zar y de una de sus domésticas. Arrastrará el estigma toda su
vida. Al estallar la revolución se une a los bolcheviques y fusila y encarcela
a sus compañeros de armas. Algunos piden ser llevados al paredón luciendo sus
charreteras y la laureada de san Jorge. Dentro del ejército rojo era considerado
como uno de sus máximos puntales. Se comporta implacable con los adictos al
viejo régimen. Un tiempo nuevo había nacido. Museyev había amado a Elena una aristócrata
esposa de un general fallecido en combate la cual lo abandona para irse con
otro el capitán Cordlitsky. En los calabozos de la NKVD se apiña una multitud
de burgueses en espera de ser llevados al paredón. Se los fusila poniendo los
motores en marcha de los camiones para que sus ayes no alarmen a la población. Hay
hombres ancianos mujeres y niños. El camarada Museyev les manda al patíbulo sin
ninguna conmiseración. En uno de los rincones de estas cámaras de tortura yace
una señora muy bella de gestos
distinguidos pese a sus harapos. Es Elena. Su antiguo amante la reconoce
y se muestra dispuesto a sacrificarse él mismo dándoles patente a ella y a su
ex querido Cordlitsky para que huyan a Crimea y de ahí a Turquía. Sin embargo, este último llevado a declarar
ante la checa se despoja de sus charreteras y para salvar el pellejo dice que
el zar era un criminal y que él jamás amó a Elena que era una mundana, uno de sus
muchos coqueteos en la corte imperial. La condesa que asiste al interrogatorio
sufre un desmayo (para salvarla el comisario la había secuestrado y llevado a su
casa de Moscú donde es asistida por su madre ancianita) y se da cuenta de que
el verdadero amor de su vida era Museyev. He aquí el nudo de la trama del
Payaso Rojo –Krasnii Siatogov− un
drama de tragedia griega que al releerlo en esta noche de junio a mí me hizo
llorar. Elena y Musayev se abrazan pasan una noche de amor y, descubierto el
engaño por los espías del NKVD, son pasados por las armas. Labor omnia vincit, de acuerdo con la máxima evangélica. El amor
todo lo puede. Su fuerza es divina porque en la tierra es el brazo de Dios. Chirikov
que estuvo relacionado con los revolucionarios y fue amigo de Gorki y Andreiev
descorazonado con los estragos y crímenes de la revolución cuyos capitostes
eran hebreos en su mayor parte, huye al extranjero. Murió en Hungría en 1932. Hoy
mi consciencia fue asaltada por una idea mesiánica: si no existiera Rusia
habría que inventarla. Volverá a vencer a sus enemigos para bien de la
humanidad.
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